Cómo combatir la acidez estomacal

Los antiácidos, que son medicamentos específicos y de acción rápida para neutralizar la secreción ácida estomacal, suelen ser el recurso más utilizado

RECOMENDACIONES PARA FACILITAR LA DIGESTIÓN
  • Masticar bien los alimentos y evitar comer deprisa.
  • Evitar condimentos picantes y especias fuertes que irritan la mucosa gástrica y aumentan la acidez estomacal.
  • Algunas hierbas aromáticas digestivas, como los granos de anís, alcaravea, hinojo, tomillo, salvia, comino, cardamomo..., pueden ser buenos componentes para sazonar los platos y evitar la acidez, al igual que el vinagre de manzana y el zumo de limón, que si bien son sustancias ácidas, son preferibles al vinagre de vino.
  • Las infusiones de manzanilla, melisa, espino blanco, tila, regaliz e hinojo son digestivas y relajantes, así como el zumo de piña o papaya.
  • El exceso de bebida durante las comidas o justo después de las mismas diluye los jugos gástricos y retrasa la digestión. No consumir bebidas alcohólicas con el estómago vacío.
  • Ser prudentes con los "atracones", y evitar las bebidas muy frías o muy calientes, así como las frituras, el tabaco, alcohol de alta graduación, bebidas con gas, bebidas excitantes como café y té, y el exceso de azúcar.
  • Un hecho que favorece las molestias estomacales es acostarse inmediatamente después de la comida o cena, con el estómago lleno. Hay que dejar transcurrir algo más de una hora y no tumbarse de forma totalmente horizontal, sino elevar la cabecera de la cama unos 10 centímetros.
  • Procure perder peso si tiene sobrepeso u obesidad.
  • Evite la ropa muy ajustada y los cinturones muy apretados.
"La indigestión es la encargada de predicar la moral al estómago". Esta sugerente frase, atribuida a Víctor Hugo, es muy apropiada para ilustrar el tema de la acidez estomacal, ardor de estómago o pirosis, como se quiera llamar, algo que la gran mayoría de los mortales hemos experimentado alguna vez, y que supone el principal síntoma gastroesofágico entre la población española.
Todo comienza cuando el ácido existente en el estómago aflora en el esófago como si de una regurgitación se tratase, llegando hasta la garganta, dejando de paso una desagradable sensación de ardor o quemazón, y en la boca un sabor agrio o avinagrado. En ocasiones este cuadro va acompañado de sudores, sensación de frío, eructos, náuseas y vómitos.
Tales síntomas pueden durar varias horas y suelen coincidir o agravarse en los momentos posteriores a las comidas. Si dicha sintomatología se presenta con una frecuencia de dos o más veces por semana y con intensidad notable, conviene pedir cita con el médico por si se trata de un indicio de algo más grave.
Por lo general la gran mayoría de la población ve en la acidez un trastorno menor, asociado comúnmente a determinados alimentos, por lo que se limitan a combatir las molestias con antiácidos y a retrasar la consulta con el médico. De hecho, algunos estudios ponen de relieve el aumento del consumo de antiácidos entre los jóvenes. Es una de las facturas a pagar por hábitos de vida tan poco saludables como la comida rápida, alcohol y tabaco en demasía.
Cierto es que en general dicho trastorno no representa un peligro serio de salud, pero el problema reside en que además de constituir una fuente de malestar y de inconvenientes como el insomnio, por ejemplo, puede desembocar en trastornos más graves como esofagitis, la inflamación del tejido que recubre el esófago, dando paso a sangrado o dificultad para tragar, lo que puede ser antesala de algún proceso ulceroso o de enfermedad por reflujo gastroesofágico. Está, pues, claro que si los síntomas son reiterativos e intensos la visita al médico no se debe demorar.
En circunstancias normales, la válvula o esfínter esofágico inferior que comunica al esófago con el estómago se cierra nada más tragar la comida y pasar ésta rumbo al estómago, impidiendo su retorno. Pero si éste se encuentra sobrecargado por un exceso de comida y/o bebida, los fluidos gástricos que alberga, especialmente el ácido clorhídrico, buscan una salida en dirección al esófago, el cual se ve superado por tanta acidez y es incapaz de mantener el cierre. La sensación de ardor y los citados síntomas constituyen el siguiente paso, habida cuenta de que tanto el esófago como la garganta no están preparados para soportar la acción irritante de los ácidos estomacales como sí lo están las paredes del estómago.
Factores desencadenantes
Existen diversos factores que favorecen estos ardores estomacales: factores posturales, alimenticios, medicamentosos, etc. También el estrés y la ansiedad tienen mucho que ver en este desenlace, así como determinadas enfermedades asociadas, como por ejemplo tener piedras en la vesícula biliar, hernia de hiato, gastritis, dispepsias, úlcera gástrica y úlcera duodenal.
Si hablamos de posturas, es frecuente que el fenómeno se produzca al tumbarse o al agacharse o inclinarse hacia adelante. En relación con los alimentos, son considerados fuentes de acidez productos como el chocolate, el café, té, bebidas demasiado azucaradas, bebidas alcohólicas, frituras con aceites inapropiados, salsas muy condimentadas, picantes, grasas animales en exceso, coliflor, alcachofas, coles .... Si además las comidas se llevan a cabo de manera desordenada y anárquica, el aparato digestivo acaba por resentirse y la acidez está servida.
Por otro lado, ciertos medicamentos pueden favorecer la acidez, como los antiinflamatorios y los corticoides; también el embarazo es un estado proclive a provocar ardores estomacales.
Tratamiento
Inicialmente, el tratamiento va a depender de la intensidad y frecuencia de las molestias. Si éstas son esporádicas, los antiácidos, que son medicamentos específicos y de acción rápida para neutralizar la secreción ácida estomacal, suelen ser el recurso más utilizado. Los hay incluso masticables, lo que facilita su ingesta y portabilidad, pero conviene no olvidar el consejo médico de que aunque se trata de fármacos sin receta, son medicamentos, por lo que antes de tomarlos siempre es conveniente consultar antes con el médico o farmacéutico, ya que abusar de ellos puede acarrear más acidez.
Diversas entidades médicas y farmacéuticas señalan, además, estas otras recomendaciones:
  • Tomar el antiácido media hora después de las comidas o cuando se comience a notar el típico ardor estomacal, nunca como supuesta medida preventiva antes de una comida que se prevé copiosa.
  • Hay que procurar tomarlos conjuntamente con otros medicamentos a fin de evitar interacciones que disminuyan su efecto terapéutico. Se debe informar al médico o farmacéutico si se está tomando algún otro tipo de fármaco.
  • Los pacientes con insuficiencia renal no deben tomar antiácidos, ni tampoco los niños menores de seis años.
Si la frecuencia e intensidad son lo suficientemente severas como para despertar sospechas o alarma - más de tres veces a la semana-, lo indicado es, como se ha indicado antes, visitar al especialista, ya que es estos casos la ingesta de antiácidos requiere una correcta dosificación que sólo el médico puede precisar, o incluso puede que sean necesarios otros procedimientos. Lo mismo cabe decir si se percibe que los antiácidos sin receta médica no producen alivio o éste es de muy corta duración.
Fuente: el Periódico de la Farmacia

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